Acerca de Telarañas...

Sin la ayuda de blogeros consumados,
sin alardes de saber que hay entre manos,
sin enlaces musicales y sin videos,
sólo letras, verso y prosa depravados.

Sin fotos de vacaciones recientes,
sin tutear a los desconocidos,
sin chaquetas de cuero, rebecas de lino,
sólo tertulianos, locos inconscientes.

Sin incidir mucho en lo profesional,
sin contar penurias de lo acontecido,
sin rezar cual monja, lo que no he vivido,
sólo presunciones, nada personal.

Sin entrar al trapo de los que critican
sin otra intención que la de humillar,
sin contar visitas hasta hacer millar,
sólo diversión, no escribir por publicar.


jueves, 29 de enero de 2009

Impasse (Impás)

Claves de sol, si menores sostenidos,
precinto gris para la guitarra,
púa lila suplantando muñones,
más ágiles, soltura inesperada.

Introducción sabinera y ampollas,
quinientas noches, digitalización
y un callo en el corazón, no hay dolor,
ni avance ni retroceso, ni frustración.

Situación con contrapuntos se presenta,
no hay Mark Knoffler cuando me miro al espejo,
ni De Lucía, Varona o Santana.

Pero empiezan a sonar, con desafino,
y con presiones en cuerdas erradas,
temas de pelis de Tarantino.

Delirios (esta vez míos) II

Se acerca el momento,
la calculadora echando humo,
el ángulo que alcanzo a ver
desde la ventana de la oficina
sentado sobre mi silla,
es un lugar de placer ,
donde quedan reflejadas mis miradas
que me son devueltas preocupadas,
aunque también nerviosas por empezar.
Ansiosas porque va a ser un reto,
un desahogo.
Elenco de sensaciones urbanas,
de responsabilidades viceversadas,
de sumas imposibles, de restas,
de neveras de estudiantes que repiten,
de esos de edad avanzada...



Espero que entre mis artículos de primera necesidad no se encuentren la “pleiesteision”, el “deuvedé” y la tele plana... o si.

viernes, 23 de enero de 2009

Demencia...













Disimulando, como si la cosa no fuera contigo,
te sentaste en el respaldo del banco de aquel jardín,
y con ojos ávidos de buscar lo inexcusable para ella,
viviste tres largos días de alquiler municipal.
No eran claros los motivos, ni la acción a investigar,
te alimentaba tu orgullo, tus celos, esa acusada inseguridad
que durante temporadas te empeñaste en ocultar.
Fuiste clavando navajas con filos, con doble hoja,
apuñalar por la espalda, en metáfora fatal,
la relación que buscabas con el amor de tu vida,
no es la mejor solución para acercarla de nuevo
a la virtud de ignorarte, al defecto de quererte.
Cada vez que de regreso, del curro de su oficina,
te veía chapuceando un trabajo que no es tuyo,
vigilar se te da mal, aunque esconderte es tu fuerte,
se le hacía el alma añicos, le daban ganas de odiar,
pues si algo la abrumaba, aparte de enamorarse
de un tío con mucha frente pero con poca cabeza,
de un cabezón muy demente, sin oficio y mucha jeta,
era adorar una historia que se acabó tiempo atrás,
cuando jugando en un parque y vigilados por mamás,
el ya trataba besarte, el quería conquistarte,
y arrancaba rosas rojas, y se pinchaba los dedos,
y consiguió enamorarte pasada la pubertad.
Pero decidió quedarse en esa estúpida edad,
pasando de madurar, siendo un burdo Peter Pan,
siendo un loco desquiciado sin nada que averiguar.

jueves, 22 de enero de 2009

A falta de inspiración...

y tras varias charlas sobre colaboraciones en medios de comunicación caseros, blogs, con un periodista en ciernes, al que se le ven maneras, ese que cuando me quedo en su casa me cuida como si en lugar de Pablo, se llamase Margarita, ese que hay veces que demuestra ser mi hermano pequeño (siempre Pablo, siempre Pablo) y otras tengo la impresión de que me saca los años que le llevo de ventaja (deberías pensar mejor algunas cosas de las que haces...). Para no dejar lugar a la duda, entre paréntesis frases y sentencias salidas de su boca, trasladadas al papel, le cedo un espacio para su primera inspiración en Telarañas, y dejo plasmadas sus impresiones y vivencias en su exilio en la capital mundial del cierzo.
Una especie de monólogo que merece la pena leer.




LAS BALLENAS URBANAS

Son mortíferos. Capaces de hacer enfermar a cualquiera, tanto física como psicológicamente. Callejean por las ciudades siendo una de las muchas preocupaciones que tienen los urbanitas que las habitan. Yo los aborrezco. Con sus altivos cuerpos pintados de rojo, ni los pequeños pero numerosos taxis de los zárágózánós de siempre, aquellos que juran en hebreo cagándose en la Virgen católica a la que tanto han adorado, tantas flores han entregado y tantas tortas han ofrecido pensando en lo bien que quedarían en su armario, cerca de los polvorones sobrantes de Navidad que aún están en octubre…, ni esos taxis, ni sus taxistas, pueden con ellos. Ellos mandan en las calles. Ellos son los jefes de la ciudad.
Sí, hablo de los autobuses urbanos. Testigos de numerosas y curiosas historias. Como he dicho antes, son capaces de hacer enfermar a cualquiera. ¿Por qué? Muy sencillo.
En primer lugar, estando a cuarenta y tres grados a la sombra en un verano en el que llevar la gota de sudor constantemente en la frente, nuca y axilas (sobacos de toda la vida) es lo habitual, los chóferes de las ballenas azules -en este caso rojas- de la ciudad, pensando (seguro) en el bien de todos, hacen lo siguiente. Una de dos. Blanco o negro. Yin o Yang. Frío o calor.
Nunca mejor dicho; frío o calor.
Tú, ciudadano sudoroso, que subes al bus ‘reventao’ debido al calor que hace, buscando eso sí, una temperatura agradable que te refresque, que te quite la continua gota de sudor de la frente, nuca y axilas -o por lo menos una de las tres- y que te renueve las fuerzas para volverte a enfrentar con la ola de calor subsahariana que anunció Roberto Brasero en ‘El Tiempo’, tienes que luchar, primero y hasta que llegas a una posición cómoda, con la señora del pelo de peluquería, con olor a laca que echa pa’ atrás; con el señor de bigote, que no se decide a pasar al otro lado del pasillo para no caerse; con la niña pequeña, preocupada en limpiar sus fosas nasales en medio del pasillo; con esos dos adolescentes, magreándose y metiéndose la lengua hasta zonas que no conocen ni los médicos; y con los continuos y bruscos movimientos del bus en el que vas, recibes además, la primera buena sensación de fresquillo del aire que se convierte en aire gélido conforme pasan los minutos y que te obligan a llevar, como un raro y tres días después, un montón de pañuelos en el bolsillo (o bolso, en su defecto) y un resfriado de narices -nunca mejor dicho- que demuestra lo jodidamente débil que eres. Tú, español de pura cepa, que te creías muy macho, vas y caes en un resfriado con cuarenta y tres grados a la sombra…manda huevos.
Pero no todo queda ahí, porque también hay invierno. ¿Y qué pasa en invierno? Pues que hace frío. Y… ¿qué pasa cuando hace frío? Pues que todo el mundo va en autobús urbano. Y si todo el mundo va en bus urbano ¿tú qué haces? Pues también vas en autobús urbano, por no ser menos que los demás.
Pero es entonces cuando vuelven los problemas. Como hace frío, tú, ciudadano friolero donde los haya, te pones más capas que una cebolla. Que si la camiseta interior típica de tirantes, que si una camiseta de manda larga encima, que si una camiseta de manga corta encima de la de manga larga y de la interior, que si un jersey de punto, un poco recio encima de todo eso, que si un jersey de lana y cuello alto sobre toda esa ropa y, apurando un poco la cremallera, una cazadora de esquiar que abriga bastante. A todo esto, te das cuenta de que has olvidado quitarte el pijama. No importa, soy friolero y me tengo que proteger. Por supuesto tampoco olvidas la bufanda y los guantes. Vamos, que parece que te vas al polo a vivir entre esquimales. Aunque pensándolo bien, escuchaste el otro día, que Roberto Brasero decía que venía un frente polar de los países nórdicos y había que protegerse.
Sales a la calle y esperas al bus. Lleno hasta la puerta delantera, ahora la lucha es fuera. Como en el juego de las sillas, tú intentas ser el más rápido, colocarte bien y entrar primero, como si de eso dependiese tu corta existencia en este mundo. Y cuando lo consigues, después de haberte adelantado a la mujer pelirroja que gritaba “¡Se ha colado!”, al joven rapero de los cascos que escuchaba Manolo Escobar, y al señor calvo que ha pillado la puerta y ha sido arrastrado quince metros gritando “¡Para!¡para!” y nadie le hacia caso, cuando lo consigues y estás dentro, querrías morirte. Pasas, en cuestión de segundos, de tiritar a sudar como en verano, pues al chófer de turno no se le ha ocurrido mejor idea (pensando en todos) que poner la calefacción a tope. Y tú, allí, sin poderte mover y con los típicos sudores de verano, causados por las siete capas que llevas puestas, comienzas a buscar un hueco entre las ciento cincuenta personas que ocupan el bus para poder quitarte, por lo menos, la cazadora de esquiar o en su defecto, bajar en la próxima parada. Pero es imposible. La señora del abrigo de visón, que suda más que tú y que también huele a laca, la tienes echándote el aliento en la nuca mientras el señor de bigote que huele a Brummel te está rozando con su culo y se te mira mal, como si tú estuvieses para tonterías.
Al final sales del bus, sudando y con un cabreo de mil pares de cojones, pues estás a media hora andando de tu destino.
A los tres días, catarrazo. Los pañuelos vuelven, el Frenadol se convierte en tu mejor refresco y tú acabas odiando el transporte urbano.
Aunque, al fin y al cabo… ¿Qué puede sustituir a la alegría que te llevas cuando llevas -valga la redundancia- media hora esperando bajo la lluvia y el frío al bus y aparece repentinamente tras la esquina con su cartel al frente y lleno de gente?
Esa alegría no tiene precio.


Por Pablo Orleáns.

martes, 20 de enero de 2009

Sigo haciendo prácticas de niña del exorcista...


Dos noches más y aprenderé a girar la cabeza 360 grados. La voz de ultratumba ya la he conseguido. Ahora que la infección remite, ahora que se acerca el momento de poder visitar a un tal dentista, mi rara habilidad de "rechinar" los dientes que tanto desconsuelo ha causado entre mis compañeros de habitación, mis compañeras de cama, me lo causa a mi. El pinchazo es agudo, el dolor es indescriptible, la impotencia es extraordinaria, y la sensación de descanso entre uno y otro es... efímera.

lunes, 19 de enero de 2009

Delirios... imagino.

Tras tres días sin poder conciliar el sueño, entre dolores de muelas, pinchazos de oído izquierdo, y ver que el reloj iba hacia atrás y no hacia delante... Tras cinco días de silencio obligado... os dejo mis delirios, para nada de grandeza...

Nada de lo que pensabas se cumplía,
ni en tus sueños ni en los míos,
ni en tu vida ni en la mía,
ni en nuestra falsa apariencia por aparentar
que lo nuestro funcionaba de verdad.
Que la pasión y el sudor de ese sexo matinal
que nos despierta,
es la triste realidad de no poder calentar
esa lívido nocturna, que explota
por no tener un camino que la lleve
donde debería estar...
perdida entre tu pasión, mi morbo
y la excitación que nos produce rozarnos
cuando el edredón nos sobra
hasta con frío polar,
cuando una ducha muy fría,
no es capaz de combatir ese calentón de hotel,
mirando por la ventana la ciudad de Budapest,
que es la capital de Hungría.
Te sentabas indignada escuchando las noticias
sobre mis frías rodillas tapada con tu albornoz,
y aunque la noticia fuera de crisis o economía,
de un agujero en el metro,
de una manifestación que cortaba la Gran Vía,
yo dibujaba en mi mente, tu vello erizándose,
tu corazón latir fuerte, tus dedos sobre mi frente
y mis manos escondidas, tratando de averiguar
si la peca que recuerdo, es tuya o es de otra tía
que palpé... o es el producto de un sueño
calenturiento y frustrado, como acaba cualquier sueño
que pueda ser recordado...
La cuestión es que era lunes y tú debías marchar,
y yo saldría después, no era por disimular,
sino porque me tocaba, pagar la cuenta de hotel,
del minibar y el buffet, y tu debías volver
a tu trabajo de madre, a tu pasión de mujer,
a tu oficio de coser, a tus clases de pilates,
a tus cortaos por la tarde...
Y yo otra vez a esperar, a ese sábado nocturno
y a ese domingo en que buscas
la excusa para olvidar que eres feliz otros días,
y te arriesgas a perder, por un poco de placer,
y a veces cuesta creer, que ese placer sea cierto,
lo que de verdad te llena, lo que te de la la alegría.

lunes, 12 de enero de 2009

Agua, nieve, hielo, niebla...

... dos rayos de sol, una taza de café, una frotada fuerte de manos, un moco que se congela en la ventana nasal, un kleenex humedecido en el bolsillo derecho, la luna del coche suplicando calor de la calefacción para no volverse a empañar, tu suplicando a la calefacción que se de vidilla, el sol suplicando al frío que le deje calentar, yo suplicandole al día que vaya alargando más. Y así se pasa el invierno. Cada vez que tomas un cafecito en el bar, luchas contra tu "consciente", por salir y seguir con lo que estabas haciendo. Tú subconsciente hace mucho tiempo que ha ganado la batalla de quedarse... El invierno da hasta para luchar contra tus vicios y preferir no fumar antes que terner que quitarte el pijama, calzarte zapatillas y salir al bar más próximo a comprar tabaco... Antes de decidir si sales o no, repasas mentalmente, como un corredor de rallies o un esquiador, tu etapa hasta lograr el objetivo... se hace tremendamente complicado, notas el frío incluso en tu mente... Pero siempre, el invierno, acaba sucumbiendo ante la primavera. Entonces le pides a la primavera que deje paso al verano, que se caliente el agua del mar, que la playa esté vacía, que... Ahora que pienso... el otoño, es la estación menos deseada. No florece el amor, las chicas no se visten minifaldas, como en la primavera, la sangre no se altera, no vas a la playa, no hay fiestas de pueblos, no ves a amigos lejanos... como en verano... en invierno está la Navidad, el esquí, las vacaciones... Otoño... que hay en Otoño?. Inundaciones como cada año, vuelta al colegio, síndrome post vacacional, el tercer trimestre de iva...cierzo a diestro y siniestro, el día acorta... como nadie ha realizado una moción de censura al Otoño?.

viernes, 9 de enero de 2009

Puntos suspensivos...




A ver si las morcillas que Dios me puso por dedos, son capaces de reproducir, de manera más sencilla que aqui muestra Sabina, los jodidos 19 días y 500 noches... En formato simple, por ahora...va tomando cuerpo la intro... Lo que haya de ser será.

Semifinalista...

Parece que las publicaciones no vienen solas, al igual que las penas, las alegrías, los ligues... A la Romescu le publican un relato, a Alvarito lo seleccionan para la final de Relatos en Cadena y el Centro de estudios Poéticos me envía hoy una carta en la que me dice que "Actos, rencillas y decisiones", es semifinalista del concurso de poemas, seleccionado entre tres mil, y me piden autorización para que sea publicado en un libro de poemas, con una reseña de mi perfil debajo del mismo... Os dejo mi "ópera prima" de nuevo. Puede parecer repetitivo, pero coño... a mi me gusta.



"Actos, rencillas y decisiones".

Autor:

Eduardo Orleáns Montaño


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Esa lengua mata cuando te muerde,
esos ojos hieren cuando te miran,
esos modales que te dominan,
ese miedo mortal a comprometerte.
Ese extraño pacto que me dedicas,
esas exactas horas que ahora me marcas,
ese intenso dolor que te automedicas
diciéndome que pasas, y te desmarcas
del dolor que supone que no te entienda,
del vacío que dejas en mi cama,
del cariño que aparcas con tu enmienda.
De ese sentimiento de envenenada
furia contra mis actos y sin contienda,
de esa historia de amor que está varada.

miércoles, 7 de enero de 2009

NIEVE POLVO.

El primero de los siete días de reposo en el recién estrenado dosmil nueve sale rana. Tras el vaso de nesquick con frostis de kellogs (despierta el tigre que hay en ti), calzarnos las botas, y llegar hasta la parada del tren que te baja a las pistas, sorpresa... La cabina no anda, se ha parado... El trenecito, casualmente también. Coge los esquís, echatelos al hombro, y olvidate de esquiar y empieza a pensar en el vermú. Me quedo con las ganas de ver a los Jorges y a Paula desenvolverse en el blanco elemento. Probablemente los enanos me dan ya mil vueltas. Segundo día de frostis y olor a piz buin. Ésta vez, la cabina se porta y disfrutamos (por fin María sonríe mientras se desliza en la tabla) de la estación, del solecito a menos dos grados, y de la nieve que cubre la montaña. Tercer día de nieve. Me lo paso en cama. Se me ha roto un empaste y la jodida muela no me deja vivir. Rodhocin y nolotil son mis compañeros de sofá. Mejor olvidar el tercer día. Pasemos al cuarto. Cambiamos la familiaridad de Panticosa y sus trasnochados remontes, por la modernidad y amplitud de Formigal. Algo más de frío, pero las sonrisas vuelven a nuestros rostros durante todo el día. Bocata a lo Paco Martínez Soria y felicidad, frío y algún que otro dolor en el cuerpo de María (vaya ostias se mete la tía), para despedir el primer impas blanco de la temporada. Noche de reyes en Jaca jugando a la wii. Será el golf de verdad como el del juego? Si es asi, me voy a comprar palos, porque vaya tarjetas que me marco... Exhaustos y no fracasados emprendemos el regreso. Comida de reyes en casica, con algún que otro regalo... Y regalo de Messi de última hora...

Repetir no es redundar, que es reiterar.

Reitero que lo que pienso, es redundar en lo que repito, y si repito lo que redundo y redundo en lo que pienso, reitero lo que no digo.