Perdidos.

Nada como verte mover las caderas
al compás de la música,
nada como ver como subes
la serpenteante escalera hacia las nubes.
Hacia ese infinito,
hacia esa verde pradera que dibujaste,
en el mismo desierto en el que me dejaste
sin decir nada.
Me abandonaste por miedo a que la desidia,
por miedo a que la rutina nos abrumase
tan febrilmente, tan indignada, tan magullada
como la historia que compartimos.
Como los años que no vivimos, en que alejamos
los corazones como nos unen las sinrazones.
Y volverte a ver pasear junto a mi,
es una enorme quimera,
y no sentir tu calor junto a mi
me desespera.
Siento que la patraña que te contaron,
no lo era tanto,
sin duda alguna traté de condicionarte,
y que pasaras tú esa agonía,
pensando que te engañabas
al decidir partir peras.