Acerca de Telarañas...

Sin la ayuda de blogeros consumados,
sin alardes de saber que hay entre manos,
sin enlaces musicales y sin videos,
sólo letras, verso y prosa depravados.

Sin fotos de vacaciones recientes,
sin tutear a los desconocidos,
sin chaquetas de cuero, rebecas de lino,
sólo tertulianos, locos inconscientes.

Sin incidir mucho en lo profesional,
sin contar penurias de lo acontecido,
sin rezar cual monja, lo que no he vivido,
sólo presunciones, nada personal.

Sin entrar al trapo de los que critican
sin otra intención que la de humillar,
sin contar visitas hasta hacer millar,
sólo diversión, no escribir por publicar.


lunes, 9 de noviembre de 2009

Paseo de los Melancólicos.

¿Qué fue antes? La construcción del estadio Vicente Calderón o ponerle nombre a un paseo que nace en la Ronda de Segovia y desemboca en el paseo de los Pontones? Probablemente el nombre de esa vía sea anterior a la construcción de la casa de los colchoneros a orillas del Manzanares, pero no cabe duda de que si los personajes de Baroja, reflexionaban en aquel paseo, casi sesenta mil almas, melancólicas en su más pura esencia, dotan de una desgarradora realidad a este paseo, un par de domingos al mes.

Orly.


“Y seguimos buscando por este Madrid, tan rico de sugerencias y símbolos, otros espacios en los que se condensa la conciencia del tiempo y la finitud irremediable. Con este ánimo, recorremos el paseo de los Melancólicos, que nace en la ronda de Segovia y muere en el paseo de los Pontones. Su nombre fue dado por los vecinos del lugar y más tarde se convirtió en oficial. Es realmente un pasaje triste, desolador, que puede incitar a la depresión, esa enfermedad de la melancolía que niega todo sentido a la vida y a la historia. Por este paseo de los Melancólicos deambulaban con frecuencia algunos personales de las novelas madrileñas de Pío Baroja, fraguando proyectos dichosos de porvenir, acariciando utopías ácratas, soñando futuros idílicos. Eran criaturas que vivían cavilando siempre, porque la reflexión, al fin y al cabo, es la esencia más pura de la melancolía de los melancólicos.”

(fuente: ELPAIS.com)

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Reitero que lo que pienso, es redundar en lo que repito, y si repito lo que redundo y redundo en lo que pienso, reitero lo que no digo.