
Desde el mutuo sentimiento de exacerbada pasión,
volcamos nuestras sensaciones,
pasamos de la experiencia que da el tiempo
y arañamos ilusiones a un mundo desorientado.
Buscamos entre las uñas resquicios de progreso,
y no hayamos sino cantidades ingentes de desespero
por crecer.
Algo quedará por rascar en la escamada espalda
que nos da el futuro incierto,
probablemente menos negro de lo que,
asustados, nos empeñamos en aguardar.
Más oscuro de lo que nos gustaría un café
manchado de leche entera,
sobre el que hemos derramado más de lo apetecido.
Ante la ignorante sucesión de despropósitos,
recortamos presupuestos en los extras,
para llegar con apuros al yugo
que corta nuestra pecuniaria respiración.
Asistimos impotentes al desajuste mundial,
jugando a la quiniela como último recurso
antes del desahucio masivo al que nos someten.
Únicamente faltaba un atasco entre nevadas,
la aguja marcando el cero, la luz naranja,
amenazante, altiva ante la falta del alimento
que mueve su motor.
Y el nuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario