Acerca de Telarañas...

Sin la ayuda de blogeros consumados,
sin alardes de saber que hay entre manos,
sin enlaces musicales y sin videos,
sólo letras, verso y prosa depravados.

Sin fotos de vacaciones recientes,
sin tutear a los desconocidos,
sin chaquetas de cuero, rebecas de lino,
sólo tertulianos, locos inconscientes.

Sin incidir mucho en lo profesional,
sin contar penurias de lo acontecido,
sin rezar cual monja, lo que no he vivido,
sólo presunciones, nada personal.

Sin entrar al trapo de los que critican
sin otra intención que la de humillar,
sin contar visitas hasta hacer millar,
sólo diversión, no escribir por publicar.


martes, 21 de abril de 2009

...Y no tan escueto. Distancias (e idas de cabeza).

Me lo dijiste y no te creí,
y seguía con mis cosas
obviando necesidades
y la ayuda que pedías.
Notaba que la distancia
entre ambos crecía,
que el calor que desprendías
cuando estabas cerca
era cada vez más frío,
cada vez menos calor,
cada vez más apariencia
y menos necesidad,
cada vez menos deseo,
menos espontaneidad,
cada vez más intereses,
cada vez menos respeto,
cada vez más discusiones,
cada vez menos amor,
menos sexo, menos risas,
muchas prisas,
poco ardor en las caricias,
mucho ardor estomacal,
cada vez más distanciados
los caminos,
más separadas las metas,
olvidado ya el principio,
donde aquel par de senderos
parecían autopistas que
llevaban hasta el cielo,
ese cielo en el que Adán
mordió el pecado de Eva.
Hoy yo me veo abocado
al peor de los infiernos,
dónde planea maldades Satán,
donde el cartel de prohibido
está tapando el prohibir,
donde el abismo te llama,
la paz interior te esquiva,
donde tú escribes tus leyes
para poder desoírlas,
donde la ley del más fuerte
es la única a cumplir,
donde sólo hay intereses.
Siempre con un ojo puesto
a la siniestra derecha,
a la izquierda deshonesta,
al que te viene de frente
y al que te va por detrás,
al que toca los cojones,
al que no te va a avisar
cuando te quiere engañar.
Así pues, ya no sé nada
de lo que a ti te concierne,
desde que cogí el desvío equivocado,
desde que erré decisiones
que sólo a mi concernían.
Desde que te desoí cuando
ayuda suplicaste y me reí,
reí para hacerte daño,
para que el eco sonoro
de mis carcajadas
penetrase en tus oídos
deshaciendote los tímpanos.
Decidí, y tal vez mal,
y la tierra de por medio
es la distancia insalvable
que ahora nos separa.
Imposible medirla.

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Repetir no es redundar, que es reiterar.

Reitero que lo que pienso, es redundar en lo que repito, y si repito lo que redundo y redundo en lo que pienso, reitero lo que no digo.