Acerca de Telarañas...

Sin la ayuda de blogeros consumados,
sin alardes de saber que hay entre manos,
sin enlaces musicales y sin videos,
sólo letras, verso y prosa depravados.

Sin fotos de vacaciones recientes,
sin tutear a los desconocidos,
sin chaquetas de cuero, rebecas de lino,
sólo tertulianos, locos inconscientes.

Sin incidir mucho en lo profesional,
sin contar penurias de lo acontecido,
sin rezar cual monja, lo que no he vivido,
sólo presunciones, nada personal.

Sin entrar al trapo de los que critican
sin otra intención que la de humillar,
sin contar visitas hasta hacer millar,
sólo diversión, no escribir por publicar.


lunes, 11 de enero de 2010

Once de enero de Dosmil diez.

Con la nieve en los talones, y no precisamente acechando, un sol de fotografía se dispone a derretirla, como las ideas vanas que me invaden las mañanas de un enero de principio de una década, mucho menos prodigiosa que las anteriores. Cuando escucho en las ondas que nombran aquel principio de década de los noventa, y que hasta hace nada veía tan cercano, me doy cuenta de que el tiempo pasa, de que el segundero no deja de correr, de que los relojes de saetas, siguen el implacable avanzar del tiempo a un ritmo vertiginoso de segundo tras segundo. Treinta y tres y subiendo, cercano ya al siguiente, el treinta y cuatro, y deseando ver el treinta y cinco y el... y así sucesivamente. El blanco comienza a ser el color base de los pelos de los que aún nos queda. Las canciones que nos gustan, casi son ya éxitos del pasado. Empieza un año nuevo, esta vez, cargado de desilusiones. Ojalá se mantenga la tónica de años pasados, y me defrauden por esta vez, los acontecimientos, que para nada me dan buenas vibraciones. A ver si por una vez, de lo que no se espera nada, sale un buen bocado que llevarse a la boca.

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Repetir no es redundar, que es reiterar.

Reitero que lo que pienso, es redundar en lo que repito, y si repito lo que redundo y redundo en lo que pienso, reitero lo que no digo.